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Transhumanos, cyborgs y el avance tecnológico para la discapacidad

Lo que nació como una idea hiperfuturista del humano/máquina se volvió presente: los transhumanos están entre nosotros. 

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Son cyborgs y exigen su derecho a ser reconocidos como tales. Intervienen sus cuerpos con implantes tecnológicos y reclaman el derecho a diseñarse a sí mismos.

En el momento en que la humanidad trazaba una nueva frontera con la exploración del espacio, los científicos Manfred Clynes y Nathan Kline acuñaban el término “cyborg” para referirse a un ser humano mejorado que podría sobrevivir en entornos extraterrestres. Esa idea que parecía hiperfuturista se volvió presente: los primeros cyborgs están entre nosotros. Intervienen sus cuerpos con implantes tecnológicos, reclaman el derecho a diseñarse a sí mismos y dan voz a las personas que no se identifican plenamente con los humanos.

La palabra “cyborg” fue creada en 1960, en plena carrera espacial. Los científicos Clynes y Kline combinaron las palabras “cybernetic” y “organism” para dar forma a este nuevo término, y lo introdujeron en un artículo que publicaron en la revista Astronautic. Allí proponían la creación de un hombre-máquina capaz de sobrevivir fuera del planeta tierra. El avance de la tecnología de mejora humana hoy es una realidad, y está liderado por comunidades de biohackers que impulsan la revolución tecnológica con proyectos que parecen de ciencia ficción.

En Argentina, Nicolás Batsios se instaló un microchip en la mano que utiliza como método de autenticación. En Alemania, Enno Park añadió a su cabeza un órgano electrónico para contrarrestar su sordera, y creó la fundación Cyborg eV en Berlín. En Estados Unidos, el biohacker Tim Cannon crea prótesis y realiza implantes a través de su empresa de biotecnología. En España, Manal de Aguas incorporó aletas cibernéticas a su cabeza; y Moon Ribas, que por medio de un implante percibe vibraciones de la tierra, creó junto a Neil Harbisson la Cyborg Foundation, una organización que asiste y defiende los derechos de los cyborgs.


A Harbisson se lo conoce como el primer cyborg de la historia porque fue oficialmente reconocido por un gobierno cuando lo autorizaron a salir en la foto de su pasaporte británico con la antena que lleva en su cabeza. “Fue una batalla que tuve que dar”, cuenta Harbisson. En 2004, antes de ser reconocido como cyborg, le habían denegado la renovación de su pasaporte porque no le permitían aparecer en la foto con un aparato electrónico.

Neil Harbisson, reconocido como el primer cyborg de la historia.Neil Harbisson, reconocido como el primer cyborg de la historia.

Su antena nace en la nuca y llega hasta la frente. Suspendida sobre su cabeza, le permite “escuchar” los colores que sus ojos no ven (dado que nació con acromatopsia, una condición que lo obliga a percibir el mundo en blanco y negro), a través de las vibraciones de sonido que emiten las distintas tonalidades. “Yo les expliqué que era un nuevo órgano, que básicamente me identificaba como cyborg, que soy tecnología y que la antena es parte de mi cuerpo… al cabo de unos meses acabaron aceptando esta explicación”.

En 2010, junto con la artista cyborg Moon Ribas, creó en Barcelona la Cyborg Foundation, una plataforma internacional que, según explica en su sitio web, “da voz a personas con identidades no humanas, defiende el derecho a autodiseñarse y ofrece la creación de nuevos sentidos y órganos”. Desde ese espacio, activistas, artistas, ingenieros y diseñadores miembros ayudan a las personas a convertirse en cyborgs.

Los cyborgs exigen su derecho a ser reconocidos como tales y recibir protección de los gobiernos para evitar ser hackeados físicamente, ya que buena parte de los implantes que portan tienen conexión a Internet.

Manel de Aguas incorporó aletas cibernéticas a su cabeza.

Manel de Aguas diseñó un órgano artificial para conectarse con la naturaleza y se implantó una aleta a cada lado de la cabeza. En enero de 2020, viajó a Japón para realizarse el implante transdermal de su prótesis que, conectado a un microchip, le permite percibir entre la piel y el hueso vibraciones de sonido, la humedad, la presión atmosférica y la temperatura. “Yo soy yo con mis aletas, y mis aletas son yo. No es algo externo a mi. Como son cibernéticas, incluyo la cibernética como parte de mi identidad, y por eso soy cyborg”, explicó Manel.

El estadounidense Tim Cannon es uno de los principales activistas del biohacktivismo, un movimiento basado en la apertura de la ciencia a la sociedad y la filosofía del Do-it-yourself (Hazlo tú mismo). Cannon experimenta con su propio cuerpo y desde su empresa de biotecnología en Pittsburgh, Pensilvania, crea sensores y promete alcanzar una “humanidad aumentada” a través de tecnologías seguras, económicas y de código abierto.

Enno Park añadió a su cabeza un órgano electrónico para contrarrestar su sordera.Enno Park añadió a su cabeza un órgano electrónico para contrarrestar su sordera.

“Cada vez es más fácil convertirse en cyborg, la tecnología es más barata y accesible, y las impresoras 3D permiten trabajar con materiales biocompatibles”, explica Harbisson para describir la expansión de este movimiento. Desde sus inicios, la Cyborg Foundation recibe un número creciente de consultas y hoy cuenta con alrededor de 200 miembros. “Hemos visto como hay más interés en convertirse en cyborg biológicos, y muchos de ellos son adolescentes que están esperando tener la mayoría de edad para poder hacerlo”.

En Argentina

Nicolás Batsios es un programador argentino que vive con un microchip en su mano izquierda desde 2015. “Te acostumbrás a tenerlo, es como un pequeño granito de arroz, no se ve exteriormente pero se siente”.

Lo utiliza como método de autenticación, para almacenar información, guardar claves y abrir puertas. Conoció estos chips a través de Internet e investigó sobre esta tendencia que en países como Alemania, Australia, Nueva Zelanda, y particularmente en Suecia, se extiende con fuerza. Encargó un prototipo en China y lo recibió en Buenos Aires. Lo probó de forma externa y, con ayuda de un amigo, lo implantó en su mano.

Batsios fue más lejos que la mayoría de los seres humanos pero asegura que su vínculo con la tecnología no es tan diferente al del resto. “Es la misma tecnología que tenés en tu teléfono, solamente que yo la utilizo un poquito mejor”, explica. Aunque no se autopercibe cyborg, recibe consultas de personas interesadas en su chip y realizó alrededor de 35 implantes en el país.

Nicolas Batsios se instaló un microchip en la mano que utiliza como método de autenticación.Nicolas Batsios se instaló un microchip en la mano que utiliza como método de autenticación.

Prácticas que pueden parecer extremas, para ellos son solo una cuestión de percepción. Harbisson no niega el impacto social que tiene realizarse un implante de estas características pero considera que muchos de nosotros estamos unidos psicológicamente a la tecnología. Expresiones que utilizamos a diario en primera, como “me estoy quedando sin batería” cuando nos referimos al teléfono celular, son para Harbisson pruebas de esta fusión psicológica. “Quienes han nacido en el siglo XXI, la mayoría ya está unido psicológicamente a la tecnología, por lo tanto unirse físicamente es lo más lógico porque su cuerpo no está reflejando su identidad”.

La palabra identidad proviene del latín “ídem” y significa “lo mismo”, pero en un mundo donde todo cambia, ¿se puede pensar la identidad como algo estable?


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