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Cárceles y pulseras electrónicas: Almafuerte desbordada

Cárceles desbordadas: de 4.800 presos, 1.007 duermen hoy en el piso. En mayo la ocupación rompió el récord y llegó al 127%, lo que supone que donde deberían alojarse 100 internos hay 27 más. Las pulseras electrónicas son una opción para descomprimir.

Las históricamente superpobladas cárceles de Mendoza rompieron en mayo un triste récord: llegaron al 127% de ocupación, lo que significa que en donde debieran alojarse 100 presos, hay hoy casi 30 personas más. Es por eso que de los más de 4.800 reos alojados en los distintos penales, hoy 1.007 duermen en el suelo, llevando al límite el hacinamiento que tantos dolores de cabeza le trajo al Estado mendocino, incluso con cuestionamientos internacionales.

Para entender el crecimiento de esta superpoblación valga poner de ejemplo el caso de Almafuerte en Luján: se construyó en 2007 para albergar a 650 internos, pero se le fueron adosando colchones en los lugares más insospechados, y hoy pasan sus noches allí 1.578 condenados, casi el triple de lo previsto.

Una alternativa a este hacinamiento podría ser incrementar la aplicación del sistema de pulseras electrónicas utilizables para la prisión domiciliaria, que se puede dar para casos de delitos menores, sobre todo en la provincia, en donde el promedio de condenas aplicadas es de 3 años y 2 meses. Además, apostar a este sistema le costaría al Estado un tercio de lo que hoy sale mantener a un preso en un penal.
Reflejado en cifras: actualmente el alojamiento de un recluso (que supone el costo de la comida, los servicios básicos en la cárcel y el pago del personal que lo custodia) le cuesta a la Provincia alrededor de $17.000 al mes, mientras que mantener el sistema de pulsera electrónica tiene un costo de $186 por día, lo que al mes suma $5.580.
Sin embargo, en Mendoza hay en estos momentos 500 pulseras (400 fueron aportadas por la Nación), que alcanzan para aplicarlas al 10% de la población carcelaria, que se divide entre 4.817 que están en los distintos penales y 480 que están monitoreados con esas pulseras. Así y todo, nuestro sistema penitenciario es, después del bonaerense, el que más pulseras usa en el país.
«Este nivel de hacinamiento es consecuencia de la alta tasa de encarcelamiento que hay en la provincia.
Aquí se apresa a 267 personas por cada 100.000 habitantes , lo cual supera ampliamente la media nacional, que es de 180 personas por la misma cantidad de habitantes. Y esto en particular aumenta cuando entran en vigencia cambios en el sistema penal, como por ejemplo las reformas en la prisión preventiva. Desde junio del 2016, cuando se sancionó, hasta la fecha la población carcelaria aumentó en 785 internos, sin que haya crecido a la par la capacidad de los penales para alojar a esos internos. Este nivel de crecimiento no es sostenible y así es difícil que esos internos accedan a trabajar, estudiar o a los servicios básicos de salud», analizó Sebastián Sarmiento, juez penal colegiado, quien estuvo al frente del sistema penitenciario durante el gobierno de Francisco Pérez.
Construir una cárcel por año

Desde el 2012 en adelante la población carcelaria local creció en promedio unos 400 internos por año. Para albergar a esos convictos y evitar el hacinamiento actual habría que construir una cárcel por año, lo que claramente no sería ni económico ni sustentable para el Estado mendocino.
En cuanto a la infraestructura, el sistema penitenciario sumó en el 2016 la Unidad de Agua de las Avispas, una pequeña cárcel para mujeres que ingresan por primera vez a un penal, con capacidad para 20 personas.
En tanto, el penal Almafuerte II se proyecta en el mismo predio que Almafuerte I, pero aún no se comienza la obra.
 
Adaptación de Diario Uno para Diario Luján.

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