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Alertan por mercurio en Luján

Mercurio a la vista, desechos y abandono: la peligrosa realidad de una fábrica en Luján de Cuyo.

 

Mercurio a la vista, desechos y abandono: la peligrosa realidad de una fábrica abandonada en LujánUna sustancia similar a mercurio en las piletas de la fábrica abandonada de Luján. Foto: Marcos Garcia/MDZ.

 

En el corazón de Carrodilla, Luján de Cuyo, una antigua fábrica de productos químicos que alguna vez fue símbolo de industria y empleo hoy es un sombrío recordatorio de un desastre ambiental sin resolver.

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Entre los escombros, la desolación y el paso del tiempo, persiste un peligro tangible: restos de una sustancia plateada y brillante, similar al mercurio.

Los mismos yacen expuestos en el predio de lo que alguna vez fue Keghart SA, una fábrica de lavandina clausurada hace más de 14 años.

En su momento fue señalada como responsable de contaminar con mercurio el agua que abastecía a 300.000 mendocinos.

La fábrica abandonada de Carrodilla está ubicada entre las calles Besares, Matheu, Cubillos y el canal Cacique Guaymallén. El único acceso vehicular es por la calle Casale a unos 300 metros de Besares.

Un desastre ambiental sin precedentes

En 2010, un hallazgo inquietante puso en alerta a la provincia. Obras Sanitarias detectó mercurio en el agua cruda que ingresaba a las plantas potabilizadoras Benegas y Alto Godoy.

La situación obligó a cortar el suministro de agua potable para cientos de kilómetros de personas, provocando un caos en la población, que vació las góndolas de los supermercados en busca de agua mineral.

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Las investigaciones focalizaron a Keghart como responsable del desastre, y meses después, exempleados de la empresa confirmaron las denuncias.

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Los residuos tóxicos, incluido el mercurio, eran vertidos de manera ilegal en pozos y colectores cloacales.

 

El edificio tenía dos plantas y en el interior estaban las piletas que tenían mercurio. (Marcos Garcia/MDZ)

Clausura y quiebra

Finalmente, la fábrica fue clausurada y, tras entrar en quiebra, fue abandonada a su suerte.

Hoy, lo que queda del predio de 8 hectáreas es un paisaje devastador de ruinas, materiales tóxicos y un riesgo ambiental latente que las autoridades aún no logran resolver.

El tanque de ácido clorhídrico desfondado. (Marcos Garcia/MDZ)

Huellas de mercurio y contaminación persistente

En las instalaciones, hay vestigios de mercurio en el suelo de un edificio en ruinas que alguna vez albergó piletas químicas para obtener insumos para lavandina, ácido clorhídrico y soda cáustica

La sustancia plateada y brillante presenta en forma de pequeños charcos, perlas y rastros que emergen del suelo seco, reflejando un peligro ambiental que persiste desde hace más de una década.

El pozo donde se habrían arrojado los residuos tóxicos de la fábrica. (Marcos Garcia/MDZ)

En el predio también hay antiguos silos que almacenaban sal, un tanque de ácido clorhídrico desfondado y un pozo de desechos tóxicos.

Este fue último fue señalado por antiguos empleados como el lugar donde eran vertido los residuos contaminantes.

Mmuchos de ellos relacionados con el proceso de producción de lavandina, soda cáustica y ácido clorhídrico.

Los bolsones con desechos sólidos. (Marcos Garcia/MDZ)

Además, en el lugar hay bolsas de desechos sólidos que, según los códigos que los identifican, contienen materiales altamente contaminantes.

Mercurio: un peligro persistente para la salud y el ambiente

El mercurio es uno de los elementos más peligrosos para la salud humana y el medio ambiente.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la exposición a este metal puede causar daños severos al sistema nervioso, inmunológico y digestivo, así como efectos neurológicos graves como temblores, pérdida de memoria y disfunciones cognitivas y motoras.

 

La entrada a uno de los edificios del predio. (Marcos Garcia/MDZ)

En el ambiente, su impacto es devastador: el mercurio puede viajar grandes distancias en la atmósfera.

Además de su acumulación en los seres vivos y aumentar su concentración en la cadena alimentaria, afectando gravemente los ecosistemas y poniendo en riesgo la salud pública.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha catalogado al mercurio como una amenaza global, instalando a los países a tomar medidas para su manejo seguro y eliminación.

Sin embargo, en casos como el de Luján de Cuyo, el abandono de pasivos ambientales exponen a la población y al entorno a un riesgo continuo.

 

Los viejos silos de la fábrica abandonada. (Marcos Garcia/MDZ)

Un problema sin resolución

Tras el desastre de 2010, la causa judicial fue archivada bajo el argumento de que la cantidad de mercurio detectada no representaba un riesgo inmediato para la salud.

Sin embargo, las huellas de contaminación y los testimonios de antiguos empleados dejaron en evidencia una gestión ambiental negligente por parte de la empresa.

Aunque se ordenó la remediación del predio, la quiebra de Keghart dejó al lugar sumido en el abandono.

 

En agosto de 2024, un incendio en el predio volvió a poner en el centro de atención los peligros que acechan en el lugar.

Las autoridades tomaron muestras del terreno, que están siendo analizadas en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo.

La fiscalía especializada en delitos contra el medio ambiente continúa investigando, y esperan que en los próximos días citen a declarar a los responsables actuales y pasados ​​del predio.

¿Qué sigue para Luján de Cuyo?

El caso de la fábrica Keghart evidencia la falta de políticas contundentes para abordar los pasivos ambientales en la región.

La remediación de este tipo de desastres es un proceso costoso y complejo que requiere la colaboración de las autoridades locales y provinciales, así como un compromiso claro con la salud pública y el medio ambiente.

 

La entrada al predio por calle Casale. (Marcos Garcia/MDZ)

Mientras tanto, los vecinos de Carrodilla siguen conviviendo con el miedo y la incertidumbre, conscientes de que el mercurio que alguna vez contaminó sus aguas podría seguir presente, silencioso y peligroso, a pocos metros de sus hogares.

Este caso no solo es un llamado de atención sobre la negligencia del pasado, sino también una oportunidad para exigir un futuro más seguro y responsable en la gestión ambiental de Mendoza.

Este caso pone de manifiesto la urgente necesidad de garantizar el cumplimiento del artículo 41 de la Constitución Nacional que consagra el derecho de todos los habitantes de la Nación a gozar de un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras.

Con información de MDZ.


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