Un grupo de vecinos del distrito en conjunto con científicos del CONICET, proponen recuperar los surtidores ubicados en distintos puntos del distrito de Chacras de Coria. Te contamos su función y el valor actual de estos lugares de encuentro históricos.
Los científicos Verónica Cremaschi, Matíaas Esteves y Natalia Luis, pertenecientes al Grupo Historia y Conservación Patrimonial (INCIHUSA) del prestigioso centro de investigación CONICET, registraron los antecedentes de los surtidores.
Los antecedentes remontan a 1908, cuando el servicio de agua potable llegó al departamento de Luján de Cuyo, una región prioritaria para la economía provincial por su carácter agroproductor que asomaba por inicios del siglo XX.
Inicialmente, la red estuvo concentrada en los alrededores de la plaza departamental, que era el centro urbano más importante de esa época.
Luego, en la década de 1930, en respuesta a las solicitudes de vecinos y vecinas de Chacras de Coria, instalaron un conjunto de surtidores públicos en el distrito.
Este permitió a la población lograr el abastecimiento de agua potable utilizando damajuanas o recipientes para transportarla hasta sus hogares.
De dónde viene el agua
El agua provenía del río Blanco y era utilizada para beber y cocinar por su pureza, mientras que para el resto de las actividades, recurrían al agua que circulaba por los canales y acequias.
Valor estratégico
La instalación de surtidores públicos fue estratégica para mejorar las condiciones de salubridad y ampliar el acceso al servicio de agua potable entre la población.
En total, instalaron ocho surtidores públicos distribuidos en diferentes sectores del territorio chacrense, coincidentes con la mayor presencia de viviendas o en esquinas muy concurridas.
Hoy, sólo uno sigue en funcionamiento. Está ubicado en la esquina noroeste de calles Viamonte y Almirante Brown.
Hasta allí aún acuden vecinos y vecinas para beber y cargar agua, manteniendo vivo su uso y valor social.
Este surtidor es parte del paisaje histórico del distrito, cuya transformación urbana avanza aceleradamente.
Otros surtidores
Además, hay surtidores que que, si son conectados con sensibilidad, revelan la identidad singular de Chacras de Coria.
Otro surtidor está emplazado en una esquina emblemática, donde confluyen dos calles centrales flanqueadas por canales, arboledas centenarias y algunas viviendas de principios del siglo XX.
En este sector, antiguamente dominado por la Bodega Aguinaga —de la cual solo queda la casa patronal (actual Sagrada Cocina)—, que entrelaza memoria y paisaje.
Los bodegueros y habitantes rurales sabían que había al menos dos elementos fundamentales para habitar el desierto: el agua para riego y la sombra.
En otras calles
Sobre la calle Almirante Brown, una hilera de álamos blancos actúa como cortina protectora contra el viento y el sol, mientras que los centenarios plátanos de la calle Viamonte sombrean las actividades cotidianas bajo sus copas.
Estos árboles no solo configuran la imagen del paisaje, sino que también favorecen la biodiversidad, reducen las temperaturas y mejoran la humedad ambiental.
Al llegar a la rotonda, las visuales abren hacia la cordillera, con los Andes nevados como telón de fondo. Esta trama de elementos naturales y culturales, donde agua, vegetación y arquitectura conviven, define un paisaje con identidad.
Propuesta de puesta en valor
El proyecto de recuperación y puesta en valor del surtidor histórico de calles Viamonte y Almirante Brown no solo rescatará este elemento patrimonial, dicen los investigadores.
Sostienen que ademàs, es una invitación a reflexionar sobre la riqueza paisajística de Chacras de Coria, donde el pasado es proyectado como estrategia para construir un futuro más sostenible.
«Más allá de su simplicidad material, el surtidor posee un profundo significado simbólico para la comunidad», dijeron a Diario Luján.
Ademàs, agregaron «Su presencia conecta a las generaciones actuales con la historia del distrito y fomenta lazos sociales, al consolidar como un punto de encuentro ocasional entre vecinos y vecinas de diversos orígenes y sectores».
Inexorablemente, valorar este paisaje implica reconocer la trama de relaciones entre los elementos patrimoniales, las dinámicas sociales y el entorno natural, como un legado que nos invita a repensar la convivencia entre ciudad y naturaleza.
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