Hay más pacientes jóvenes que mayores en cuidados intensivos.
Brasil marcó el récord en marzo con más de 66.000 muertes por Covid-19, el doble que el peor mes de 2020, julio, segundo pico de la pandemia. Y actualmente es el foco mundial de la pandemia, en medio del rechazo del presidente Bolsonaro a las cuarentenas incluso en esta segunda ola que hizo colapsar el sistema hospitalario.
Durante los primeros días de marzo, comenzó a incrementarse el número de pacientes en cuidados intensivos sin enfermedades preexistentes aumentó en casi un tercio en marzo. Los menores de 40 años con coronavirus internados en terapia intensiva superaron los grupos de mayor edad en marzo en Brasil. La situación del país continúa agravándose como consecuencia de las nuevas variantes del virus.
En concreto, el número de personas de 39 años o menos hospitalizadas en unidades de cuidados intensivos por Covid-19 aumentó considerablemente en marzo y superó la barrera de los 11.000, es decir el 52,2% del total, según el Proyecto UCI. Al principio de la pandemia, esta cifra alcanzaba solo el 14,6%, y entre septiembre y febrero, el 45%.
Entre los factores que podrían impulsar el aumento de jóvenes hospitalizados se destacan que la mayoría de los pacientes mayores a 80 años están vacunados y la propensión de los menores de 40 ya sea porque salen de sus domicilios para trabajar o porque se creen menos vulnerables.
Los expertos también adjudican la situación a la nueva variante brasileña del virus, conocida como P1 o de Manaos, cuyas cifras sugieren que puede reinfectar a las personas que contrajeron la versión original del virus.
Y la proporción de pacientes conectados a respiradores por la pandemia alcanzó un récord del 58,1% en marzo, según los datos del proyecto.
Reversión demográfica
Hay zonas del país caribeño que registran más defunciones que nacimientos, como en los estados de Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul, en los que se reportaron 34.459 decesos contra 34.211 nacimientos. Es una situación que no se registraba en los últimos 40 años.
El foco más grave del colapso es Porto Alegre, capital del estado de Río Grande do Sul, donde existe más fila para acceder a una cama de terapia intensiva. En los tres estados continúa el toque de queda nocturno y la suspensión de clases presenciales. Es la primera reversión demográfica en Brasil desde 1979.
La situación es crítica en la frontera con la Argentina, en la ciudad que comparte la llamada «frontera seca» con Bernardo de Irigoyen, en Misiones.
Mientras tanto, en paralelo, la frontera está cerrada desde diciembre pasado y hay control aduanero de los dos lados, pero, según el secretario de Salud de Dionisio Cerqueira, el paso fronterizo -que apenas es cruzar una calle- permite a los lugareños saber por dónde pasar.
Más allá de las voces a favor o encontra, los números son alarmantes y colocan a Brasil en el epicentro de la pandemia. A pesar de que la mayoría de estados y municipios endurecieron las restricciones en las últimas semanas, la gran mayoría de las capitales del país siguen con las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de los hospitales por encima del 90% de su capacidad.
A pesar de que ocupa el segundo lugar en la lúgubre lista de casos y muertes, solo por detrás de los Estados Unidos, Brasil tiene funcionarios que como el presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro, y su gobierno enfrenta acusaciones de mal manejo de la crisis sanitaria, y varios exfuncionarios, incluido el exgobernador Wilson Witzel, fueron denunciados por malversar fondos.
El presidente de ultraderecha Jair Bolsonaro descartó totalmente la posibilidad de decretar un confinamiento de la población a nivel nacional, tal como piden algunos expertos para frenar la expansión del virus.
Brasil sumaba desde el comienzo de la pandemia 13.482.023 casos confirmados de coronavirus (37.017 en las últimas 24 horas), de los cuales 1.248.083 personas tenían la infección activa y 353.137 murieron por la enfermedad (1.803 en el último día), informó en el último reporte emitido el sábado 10 de abril el Ministerio de Salud.